29.12.06

Atilio Jorge Castelpoggi

PALABRAS PARA ANTONIO BERNI

Del centro de la vida donde se confunde las imágenes,
más allá de los personajes de esa misma vida que se debaten
entre el sueño y el delirio,
del drama de nuestro tiempo saltando hacia adelante,
desde la bruma de los espejos que son ojos que nos miran
hacia adentro,
más allá de aquello que pasó y envejeció sobre la eternidad
de un segundo,
desde la búsqueda hasta la permanencia del asombro que
avanza sin cesar,
de allí nace la creación de Antonio Berni.

Hoy puede ser un niño rescatado entre los basurales de la pena
o una mujer con tangos soñolientos contándonos
su historia.
Tal vez mañana ya será otra cosa,
quizás una ciudad obsesiva viviendo su aventura
mezclándose con pasos, subterráneos
con oficinas, teléfonos,
con nombres inventados así de pronto
a lo mejor en el zarpazo de la angustia
que es un rostro pensando en la memoria como un guante
olvidado en una cita.

Así sobrevivimos por el dolor hecho belleza y esperanza.

Por eso Berni sigue repasando objetos, sentimientos, miradas,
habitaciones donde acostar la sed,
maderas abandonadas, trapos vacíos,
chimeneas enceguecidas, latas
rodando por el alma del suburbio.

Por eso sigue rescatando bandoneones desvencijados
(casi una niebla en el recuerdo)
o las bodas envueltas en los compases de un vals antiguo entre
una ingenuidad no perdida del todo.

O calles que terminan en un andurrial de perros color de fiebre
enloquecido,
o vagabundos que ofrecen sólo el horizonte de su grito,
o lejanos crucificados de todos los días en los portones de
una fábrica.

Más allá existe una ráfaga de profundidad como una figura
sin principio ni fin
una figura que crece desde el fondo de la sangre alimentando
el dolor y la alegría,
más allá continúa el éxtasis del olvido que usamos para seguir
viviendo.

La pintura es eso
algo que sigue y nunca se detiene,
-de sorpresa en sorpresa-
como el futuro.
En él está
Antonio Berni.


Atilio Jorge Castelpoggi (1919-2001) fue poeta y ensayista. Creador enamorado de su ciudad -Buenos Aires- en 1960 obtuvo el Premio "Leopoldo Lugones" (1963), al que le siguieron: Premio Fondo Nacional de las Artes (1967), Primer Premio Municipal de Poesía (bienio 1988/89), Segundo Premio Nacional de Poesía (cuatrienio 1988/1991) y Gran Premio de Honor de la SADE (1996) por el conjunto de su obra, entre otros. Fue distinguido como Ciudadano Ilustre de su ciudad. Resulta importante su ensayo: "Miguel Ángel Asturias: un poeta narrador". Dijo Jorge Göttling: "Su pasión expresiva se podría resumir en el título de uno de sus trabajos: 'Apenas un cuidador de palabras' [...] Allí expresa sin rotaciones la hondura de su verdad: 'en el fondo no soy nada más que un jugador que apuesta al misterio'. Ese misterio que para él ejercía esta ciudad a la que le escribió tangos, entre ellos: 'Buenos Aires mi amante'. Comparaba la ciudad con una mujer magnética, esa que nunca se posee del todo". De sus libros de poesía se citan: "Cuaderno de noticias", "Tierra sustantiva", "Pecado de desmesura" y "Apenas un cuidador de palabras", entre otros.


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