23.3.07

Alfonso Sola González

CANTOS A LA NOCHE / IV

(A Luis Soler Cañas)

Oh, nocturna ciudad, corazón de los hermanos en la noche.
Tu pan de inclemencia has partido para sus bocas miedosas,
maldiciendo en la noche.
Oh nodriza de calcinados pechos, madre salvaje y ciega!
Oh inmensa pesadumbre!
Ellos allí estarán roídos por la vida tenaz,
por la tristeza
de las noches que lamen lentamente sus briznas de esplendor,
sus rostros, otra vez, en los cristales fríos de la ciudad nocturna
repetirán esos cansados ojos que el amor ha comido,
esos ojos de espera que no se duermen nunca
mirando los andrajos de una vida,
la mano abierta y ciega de los años
en el desierto de las almas inmortales.
Ellos estarán, lentos en la noche.
Yo fui su hermano y su sed fue la mía.
Sus castigadas manos me guiaron con ternura impaciente
porque era débil y para el débil está hecho el hombro del hermano.
Yo fui entre todos ellos el más pobre y herido
y mi vida se colmó con los bienes de su piedad terrible.
Más allá de la estéril soledad de sus noches
la indiferencia abría magníficas espigas.
Yo vi cómo sus dientes miserables roían
la materia tremenda de la ciudad, sus raíces de espanto.
Yo vi cómo sus lenguas incesantes gastaban las estatuas de oro
hasta lamer un corazón caliente, manchado por la noche.
Yo conocí también su mesa y sobre su mesa el pan del desamparo
y sus oscuras manos ofreciendo la pobreza y el frío.
Ah, su canto en la noche! Cómo se oscurecía
la diadema insensata de mi frente de orgullo,
mi vanidosa cueva de culebras brillantes!
Sus dedos se extendieron temblando en las tinieblas
y tocaron el ciego corazón de las piedras mortales.
Y vi el torrente de la vida y más allá unas colinas doradas
y vi las otras criaturas apacibles de la música
y las que no podré nombrar con mi pesada lengua.
Ellos, ellos cantan en la noche
en la ciudad terrible sus canciones malditas
entre los despiadados mendigos de la luna.



Alfonso Sola González (1917-1975). Poeta nacido en Paraná, provincia de Entre Ríos. Egresó como profesor de Castellano y Literatura en el Instituto del Profesorado Secundario de esa ciudad y dictó Literatura Meridional en esa casa de estudios. Posteriormente fijó su residencia en la provincia de Mendoza. Perteneció a la llamada Generación del 40. "Poesía de alta dignidad, de continuo decoro, participa de una cierta exaltación vigilada, de una tesitura clásica que entona y purifica el ímpetu de sus impulsos románticos", dijo de su obra León Benaros. Poemarios: "La casa muerta", "Elegías de San Miguel", "Cantos para el atardecer de una diosa" y "Cantos a la noche”.

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