21.8.07

Manuel Aldonate

CANCIÓN PARA LOS OBREROS DEL INGENIO ÑUÑORCO

A todos los recuerdo. Podría enumerarlos uno a uno
Si fuera necesario,
Referir sus íntimos problemas, sus sueños proletarios,
Su lento caminar desde todos los rumbos al ingenio,
Su paso idéntico
Y ese duro silencio con que les cierra sus labios el invierno.

Podría –por ejemplo- decir con voz de acero y contracanto
Salud, hábil tornero!
Cuando Gómez, Medina o Doroteo que discriminan la función del hierro
Deciden en sólo media vuelta el nacimiento de la tuerca,
O gritar con el júbilo del viento: estibador!
En el momento mismo en que los hombres son espalda y sudor.

A todos los recuerdo. Allá al fondo distingo a Mickeley
Masticando su cigarro verde
En su actitud de siempre: aprendiz de filósofo y rebelde.

Aquí, Carlos Romano rumiando su protesta que trae desde niño,
Clarificando almíbar,
Realizando con toda parsimonia su trabajo de hormiga.

Martínez, santiagueño curtido de vientos, sol y lluvias,
Con el dulzor de sus panales
Que le impregna de miel hasta el saludo en mitad de la tarde
También está presente cuando las sirenas cantan su aleluya
De vapor estridente
Sobre unos mamelucos azules salpicados de aceite.

Uno a uno así como llegaron se hundieron en el vientre del ingenio,
Sencillamente señoriales
Para ocupar sus puestos, los de siempre,
Sus cargos imperiales,
Vigilando la metamorfosis de la miel en cristales,
Mariposas de nieve
Que crecen en enjambres desde mayo a setiembre.

Estos de quienes hablo son los bravos obreros, los obreros auténticos
Del ingenio Ñuñorco
Que brazo a brazo van haciendo crecer la industria, poco a poco,
Sobre esta tierra virgen donde un pueblo madura,
Sobre esta tierra arisca del capitán Medina
Que acaso alguna vez se vuelva sólo almíbar.

Al fondo de la tarde -albañil del silencio-
Miguel Albornoz con alas de argamasa
Se eleva lentamente hacia el azul distante,
Quizá buscando al viento
Para contarle a solas de sus largas fatigas,
De su entrañable anhelo o acaso simplemente
Para secar con su hálito la sudada camisa.

Algunos no volverán a marcar su tarjeta de trabajo:
Carrizo –por ejemplo-
Que yace sin sonrisa debajo del trapiche dormido todo entero.

Un vendaval era la risa saludable de este obrero
Que fue todo ternura,
Impulso, corazón, briosa juventud, casi locura...
De vez en vez la muela azucarera despedaza la carne proletaria,
Tritura hasta la voz
Y le crecen raíces por la muerte a la antigua canción
Mientras corre por las lentas acequias calientes de la miel
El grito derrumbado
Para enriquecer de varonil sustancia el sacarino jugo del trabajo.

Otros van muriendo por partes. Comienzan a morir desde muy jóvenes.
Recuerdo a Juan Fernando
Que siendo casi un niño perdió su brazo de comando
Y a pesar del desastre conservó para sí su valentía,
Fue creciendo con ella
Y tuvo la sorpresa de ver como crecía también su mano izquierda.

Les nombro pues, ahora, a algunos, a los que más entiendo,
A aquellos que crecieron conmigo desde el fondo del niño
Y anduvimos ha tiempo en tanto alegre juego
Caminando hacia el hombre con un andar sin prisa.

Nombro pues a Abraham Leiva con sus hondos secretos,
A Luis Armando Correa con sus sueños políticos,
A Pascasio Contreras sentimental y bueno
A Emilio Aybar entre un millón de tuercas
Y a tantos otros heroicos jornaleros.

Y pasarán los días sucediéndose de cosecha en cosecha
Y ellos serán los mismos
Tan sólo algo más viejos andando y desandando un antiguo camino,
Aquél que su destino les marcara hace un siglo
Y siempre transitaron
Con su paso heredado en tantas madrugadas de duro sacrificio.



Manuel Aldonate (1919-1993) Poeta, autor teatral, periodista y educador nacido en Juan B. Alberdi y fallecido en Monteros, Tucumán. Después de desempeñarse como maestro en varias localidades de su provincia, viaja a la Capital Federal en 1946, donde es docente en escuelas primarias de la provincia de Buenos Aires. En1952, en Monteros, pone en escena su pieza dramática "Cuchillos para la Luna". Recorrió el noroeste y centro de su país dando charlas y recitales al mismo tiempo que realizó una intensa actividad gremial en el magisterio. En1965 obtuvo el Premio Peuser por "La escuela y el ideal panamericano". En 1971 organizó el Primer Encuentro de Poetas en Monteros. Fue presidente de la SADE (1974-76) filial Tucumán, entidad que en 1978 le otorgó la medalla de oro por su trayectoria. La poética de Manuel Aldonate, como si fuese un país de la emoción, tiene por límites el hombre, sus trabajos, mínimas felicidades y grandes desdichas, y la esperanza; dentro de estas fronteras humanas, crece y clava raíces la vitalidad de su canto. Libros de poesías: "Poemas del cañaveral", "Clima de la miel", "Verde carozo del verano", "Breve antología y tres poemas", "Semblanza de un cebil".

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