25.8.08

Julio Félix Royano

NEANDERTHAL

A Bernardo Verbitsky por su "Megatón"
desde otra orilla de la misma pena.

Muy bien, hablemos claro.
Alguien ha dicho
que las armas atómicas podrían
deshacernos a todos.
A todos no: a unos cuantos
y eso,
según parece, es malo.

Mucho más malo que antes
cuando morían esos cuantos
y los demás seguían a través de sus tumbas
bebiendo el hidromiel y procreando
y amparando a las viudas y violando a las hijas
de aquellos cuantos.
Y eso, según parece,
no era tan malo.

Pero ahora, con las armas
que nos hemos dado
ya no se puede controlar la destrucción
ni la dirección del estrago
y sin control, podría destruirse
lo que siempre fue salvado
-habrá que esperar que se erijan nuevas casamatas
para resguardarlo-.

Es decir: nadie garantiza
que mueran sólo unos cuantos.
-Señor habrá que pensar
que hasta ahora morían los predestinados
y que no fueron elegidos
por método democrático.

Hablemos claro entonces;
tratemos de hablar claro
y hagamos lo siguiente
para ser prácticos:viajemos a lomo de mula:
el enemigo puede haber minado
astutamente las vías
en varios tramos.
Tengamos el máximo de continencia
cuando bebamos:el enemigo podría lanzar bacterias
en jagüeles y estanques y represas y lagos.
Tratemos de no tratar
con quien no sea de su agrado:
el enemigo tiene pocas pulgas
y muchos secretos macabros.
Desautoricemos nuestra historia
en eso de los granaderos a caballo:
podrían haber muerto gentes de bien
peleando contra maturrangos.
Pongamos un chasque que avise al enemigo
de todos nuestros pasos
para que no se irrite con sospechas
y no sospeche porque está irritado.

Señor, podríamos pactar con él
aunque no sea muy amigo de cumplir con los pactos.
Podríamos mellar el filo de las armas
de nuestros aliados
y dejarle plantar algunas viñas
en nuestros campos.
Y fijarnos cómo fabrican sus tiendas y sus ropas
para imitarlos
-esto, seguro, los halagaría;
esto tiene que halagarlos-.
Y podríamos ofrecerles algún sacrificio
sobre nuestro mismísimo fuego sagrado:
quizás algunas doncellas o mancebos
o algunas impetraciones y cantos.
O aceptar la fe de sus sacerdotes
porque saben muchos trabajos útiles y prácticos.
Podríamos premiar a nuestros jóvenes talentosos
con parcelas y ganados
para que los transmitan a sus hijos;
eso los tiene que alegrar: muchísimo tiene que alegrarlos.

Señor, lo importante es no morir todos;
lo importante es ir tirando.
Al fin, galleta no nos falta,
ni mate amargo.

Todos no. Todos nunca, Dios mío:venga a algunos tu amor en este sobresalto.
Antes, al menos no sabíamos cuáles
cuando eran unos cuantos.

Podríamos fumar la pipa de la paz
y consultar el oráculo
en el vientre del ave
para ir tirando.
Y cazar animales de piel suave y carne apetitosa
en paz, con ágiles venablos.
Y pintar en la piedra con vistosos colores
cada cual lo que quiera ver pintado
-mientras le sobre tiempo luego de la caza
o quieran mantenerlo los más afortunados-.

Y podríamos, en paz, aventurarnos por las nieves
y en la Patagonia de vientos rasos,
hacer como las plantas que se agachan
para no descuajarse al enfrentarlos.

Y arrastrarnos astuta y voluptuosamente
con pies y manos…

Pero el hombre de Neanderthal, Señor, no nos querría.
Porque él era curioso, progresista y dramático.
Y salió al campo y lo comió una fiera.
Y subió a un monte y lo deshizo un rayo.



Julio Félix Royano (1928). Poeta y escritor nacido en la provincia de Buenos Aires, donde reside. En 1970 fue secretario de la SADE. Colaboró asiduamente en la revista "Ateneo", en los diarios "La Nación", "El Nacional", "Clarín", los periódicos "Propósitos", "Principios", "Nueva Vida", "Pueblo Argentino" y en distintos medios de la zona sur del gran Buenos Aires. También fue un activo formador de peñas literarias y culturales, principalmente en la localidad sureña de Lanús. "Destacan en este poema, como en otros de su producción, la contundencia del mensaje político y la originalidad con que está expuesto, así como la impecable realización. Cuando el poeta es auténtico, sus profecías siempre terminan por cumplirse, como triste y certeramente ha ocurrido en este caso", comenta Haydée Breslav. Libros de poemas: "Canto provisorio", "Animal de presa", "Mururoa" y "Lunes de Dios", entre otros.

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