15.7.10

Horacio Guarany

SI SE CALLA EL CANTOR

Si se calla el cantor calla la vida
Porque la vida, la vida misma es todo un canto
Si se calla el cantor, muere de espanto
La esperanza, la luz y la alegría.

Si se calla el cantor se quedan solos
Los humildes gorriones de los diarios,
Los obreros del puerto se persignan
Quién habrá de luchar por su salario.

Que ha de ser de la vida si el que canta
No levanta su voz en las tribunas
Por el que sufre, por el que no hay
Ninguna razón que lo condene a andar sin manta.

Si se calla el cantor muere la rosa
De que sirve la rosa sin el canto
Debe el canto ser luz sobre los campos
Iluminando siempre a los de abajo.

Que no calle el cantor porque el silencio
Cobarde apaña la maldad que oprime,
No saben los cantores de agachadas
No callarán jamás de frente al crimen.

Que se levanten todas las banderas
Cuando el cantor se plante con su grito
Que mil guitarras desangren en la noche
Una inmortal canción al infinito.

Si se calla el cantor... Calla la vida.


Horacio Guarany [Eraclio Catalín Rodríguez Cereijo] (1925). Poeta, cantautor y novelista. Nació en Las Garzas, provincia de Santa Fe; reside en Luján, provincia de Buenos Aires. Fue uno de los pioneros que inauguró el Festival Nacional de Folklore de Cosquín (Córdoba) en 1961. Las rudas tareas del monte santafesino, primero, y los varios oficios que después desempeñó para sobrevivir -como únicas escuelas- fueron los nutrientes para su creatividad. A los 18 años llegó Buenos Aires donde intentó vivir del canto, que sólo logró muchos años después En 1955 se afilió al Partido Comunista argentino. En la década del 70 debió exiliarse tras sufrir un atentado con bomba y ante las reiteradas amenazas por parte de la Triple A, radicándose en México y finalmente España. Retornó a su patria en 1978, en plena dictadura militar, donde volvió a padecer un nuevo atentado, pese a lo cual permaneció en su país. Paseó su canto y su poesía por todos los escenario de América latina, la ex Unión Soviética, y no pocos de Europa. Entre sus novelas se citan "Sapucay", "El loco de la guerra" y "La creciente". Las letras de este incuestionable decidor popular saben conmover a su auditorio con calidez a la vez que vigor porque nacen de las misma raíces donde se nutre el pueblo; lo que no es poco, más bien digamos que es lo esencial. Sus composiciones no han sido recogidas en libro.

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