29.11.08

José María Pallaoro

PRIMAVERA DEL '76

Y yo no cambio por nada mi día de la primavera de 1976. La verdad que no. Y no me importa. Aunque puedan aparecer fotos amarillentas que corroboren lo contrario.
Yo estuve donde tenía que estar. Tratando de ser sincero. Tratando de no mentirme.
¿Te acordás? Preparamos los bolsos y la canasta con fruta, sangüchitos, la Seven-Up, el termo, galletitas y mate, la yerba, el mantel y repasadores, el destapador, los cigarrillos y los fósforos. Y nos fuimos. Para El Rincón, nos fuimos.
Recuerdo vagamente el viaje en el 503. Pero sí la larga caminata por la calle que zigzagueaba como viborita, allá, mucho más lejos del cañaveral, lejos, lejos, lejos del mundo.
"¿Dónde me trajiste", decías vos. Y nos reíamos y nos peleábamos y caminábamos para allá, lejos, lejos... No importa ya si no fue así. Importa cómo evoco ese día hoy.
Llegamos cansados. Y nos sentamos apoyando nuestras espaldas contra un árbol. (¿Casuarina? ¿Eucalipto? ¿Espinillo?) Y fumamos. Y vos hablabas y hablabas. "Nunca podés dejar de hablar", te decía. Yo te decía eso. Yo, que me encantaba escucharte, te decía, así, serio, te lo decía, y me reía por dentro.
El sol aparecía por momentos. El sol estaba. No necesitábamos sentirlo. Estaba. En nosotros estaba.
Encontramos un piso de baldositas verdes. Sólo el piso. Seguramente donde antes hubo paredes y ventanas, un cuarto y una cocina, quedaba eso, un piso irregular de baldositas verdes. Lo barrimos con una rama del árbol (¿Casuarina, eucalipto…?) y con los pies y con las manos.
"¿Dónde me trajiste?", repetías riendo y espantando los mosquitos, imaginarios o no, y sacudiendo con las manos el polvo del vaquero. Extendimos el mantel en el piso. "¿Querés mirar el cielo?"
Y ahora nuestras espaldas se apoyaban en el piso verde y nos tomamos de la mano y miramos el cielo y las nubes del cielo que el viento llevaba lejos, lejos, lejos.
Y ya no hablabas. Y yo te escuchaba. Y todo era silencio y palabra (ahora que ya sé que el silencio es el mejor compañero de las palabras).
Por eso escribo, por eso intento escribir.
¿Sabés? Años después, no sé si en otra primavera, estaba tirado en el pasto del jardín de mis viejos, otra vez, mirando el cielo (¿otro cielo?) y las nubes que el viento llevaba lejos, lejos y escribí, le escribí a esas nubes que pasaban, que se iban, que no sé si serían las mismas nubes, y me vi, en otros días, en otros parques y plazas de sueños colectivos, tirado en el pasto mirando el cielo y las nubes, pensando en un hermoso día de primavera de 1976, lejos, lejos, lejos del dolor y los peligros del mundo.


José María Pallaoro (1959). Poeta y escritor nacido en La Plata; reside en City Bell. Cursó estudios de Castellano, Literatura y Latín. Como difusor cultural de poesía, música y literatura realizó en diferentes FM los programas: "La máquina del tiempo", "En la vereda del sol", "Mariposas de madera" y "La talita". Dirige la revista de poesía "El Espiniyo" y edita los Libros de la Talita Dorada. Dice Jorge Isaías acerca de "Son dos los que danzan": "Irina Bogdaschevski certeramente consigna sobre la sensibilidad excesiva con respecto a la vida, al amor, a la muerte. Condición ineludible para no ser un mero escribidor de versos, de los que hoy abundan. Condición de poeta, que Pallaoro cumple con creces, como ya lo había demostrado en su libro anterior "Pájaros cubiertos de ceniza". Otros poemarios editados: "El viaje circular" y "Poemas anteriores".

14.11.08

Stella Maris Taboro

CHACALES

Esperaron que caiga el sol,
que la negra noche de sus almas
se confunda con la oscuridad
y arrastraron su tanques en Gaza.
Arrasan con la vida,
siembran viñedos
con uvas de sangre,
depositan una herencia a sus hijos
en un arca de violencia y horror.
Nadie poderoso los detiene,
aplauden los ambiciosos de poder,
olvidaron el "ama al prójimo como a ti mismo"
pero siguen orando,
hablan de Dios,
y actúan como demonios
contra las Mezquitas
contra la sagrada vida.
Tanta saña,
tanto odio,
ejemplos de hierro
a sus hijos,
beberán sangre en sus copas,
soñarán con la roja sangre,
su conciencia se teñirá
con el rojo que regaron.

Stella Maris Taboro (1949). Poeta y escritora nacida en Rafaela, provincia de Santa Fe; reside en San Jorge, ciudad de la misma provincia. Es profesora de Historia y maestra normal. Como narradora se ha abocado a la literatura infantil: "Cuentos para Milagros" es una muestra de este quehacer.La suya es poesía de extrema sencillez, que no busca impactar con imágenes desmesuradas; por el contrario: con palabra llana, despojada, permanece atenta, lúcida, a los vaivenes de su época. Publicó entre otros libros de poesías: "Sonidos de luces y sombras" y "La historia en poemas".

Ernesto Pierro

EL POETA RENACIÓ AL AMANECER
(A Raúl González Tuñón)

Renació a los 100 años siendo el mismo
que vio brillar el sol de París
por el agujero de una media.
Renació a los 100 años. El olvido
no lo había alcanzado.
Renació a los 100 años con una estrella viva
palpitando en su pecho
y un pájaro en el hombro.

Traía un sueño eterno de hombres liberados
de yugos y cadenas.
Traía una serena mirada que anhelaba
el techo del crepúsculo
y el gris de la aurora.

Volvió por el llamado de un pueblo de gorriones
aleteando poemas.
A buscar a las muchachas que salen por el alba
a iluminar el día.
A encontrar los otoños en las viejas plazas
donde piensa la tarde.
A indagar la noche febril de algún gris
bodegón de arrabales.
A sentir a Carriego
otra vez por sus calles.

Renació a los 100 años siendo el mismo
que gritara sufriendo Madrid: ¡que no pasen!

Saludaron su vuelta los fantasmas del barrio:
los roncos organitos
y el pálido tranvía que viajó hacia la nada
del más ilustre río de la patria;
las calesitas de esquinas y baldíos,
sortija y piberío;
los carnavales, los cafés,
y las calles sin nombre que ahuyentan a la muerte;
las rejas y los empedrados;
las milongas con calor de patio
-esos patios de rosas y glicinas,
madreselvas y tangos-.

Saludaron su vuelta los rincones bohemios
de Florida y Boedo.
Y los tramoyistas y las desnudistas
de alegres salones cercanos al puerto
que ofrecen ranuras que por veinte guitas
liberan al alma de toda atadura.

Renació a los 100 años con esa ternura
de niño dormido
con la que había vivido.
Renació a los 100 años siendo el mismo
que regresaba siempre
desafiando al Futuro.
Siendo el mismo que regresará siempre
desafiando al Pasado
y a cualquier presente.
Renació a los 100 años siendo él mismo.
A mostrar que un poema puede cambiar el mundo.


Ernesto Pierro (1951). Poeta y prosista nacido en Buenos Aires, donde reside. Cursó estudios –que quedaron inconclusos- de Comunicación en la UBA y en el profesorado de Historia. Su obra poética se alinea dentro de la creación tanguística; varios galardones enmarcan esta trayectoria: un primer premio en Cosquín y un segundo del Certamen SADAIC. Fue cofundador del movimiento Autoconvocados por el Tango y cofundador y presidente de Letrango. Colabora en la revista "Buenos Aires tango y lo demás". Dice Héctor Negro, refiriéndose a sus trabajos: “[Letras] pobladas de poesía auténtica y actual... rescatando las raíces más legítimas de la mejor poesía del tango de siempre, pero desde su condición de creador comprometido con su tiempo, su gente..." Ha publicado el libro de poesías: "Paisajes del Sur".

6.11.08

Ana María Ponce

* * *
Quiero saber cómo se ve el mundo,
me olvidé de su forma,
de su insaciable boca,
de sus destructoras manos,
me olvidé de la noche y del día,
me olvidé de las calles recorridas.
Quiero saber cómo es el mundo,
no recuerdo los rostros,
ni los árboles, ni las luces,
ni las fábricas, ni las plazas,
ni el dolor de afuera,
ni la risa de entonces.
Quiero saber cómo se ve el mundo,
hace tanto que no estoy,
hace tanto que mis pies
no se cansan por los recorridos,
hace tanto que mis ojos
no se queman con la luz,
hace tanto que sueño
la inasible situación de
la libertad,
hace tanto, pero tanto,
que no tengo mi natural alimento,
de vida, de amor, de presente,
y estoy, a pesar de todo esto,
a pesar de no creerlo,
estoy juntando unas palabras,
unas infieles palabras,
que me dejen recordar
cómo podría verse el mundo...


Ana María Ponce (1952 -¿1978?). Poeta nacida en la provincia de San Luis; desaparecida en Bueno Aires. Estudió en la Escuela Normal de su provincia natal, y en la Universidad Nacional de La Plata cursó Historia y Literatura en la Facultad de Humanidades. Militó en la JP y en la Federación Universitaria de la Revolución Nacional. Detenida en 1977 por fuerzas de la Marina es trasladada a la ESMA. Sus poemas, escritos en cautiverio, se conocen porque la poeta los había entregado a una compañera de detención, sobreviviente de este centro de exterminio. Su verso es llano, de metáfora precisa, como si se pudiera palpar, donde en medio de la angustia que trasuntan, siempre permanece -y pone en valor- la esperanza de la libertad como máxima aspiración humana. Algunas de sus poesías fueron publicadas en "Palabra viva"; hay un poemario editado en 2004 que recoge toda su producción pero desconocemos su título.

2.11.08

Enrique Courau

ERNESTO "CHE" GUEVARA

Partiendo tiernamente de las brújulas humosas,
del canto derramado,
de la exactitud del trigo,
de la liberada humedad de la rosa,
del ronco desdoble de la pólvora nos recorre,
con la adulta altura del árbol,
tu amado gesto vertical,
tu potencia madura que siembra
las rocas de la espiga.

Tu bota inaugural de almenado trueno
construye junto a la enrojecida cúspide
la astilla sonora del diamante,
la espada temible y noctámbula de la sangre
que no conoce perdón y despierta encendiéndose.

Que sea esta la fecha de combativo párpado
en que abramos la puerta de la luz inconmovible,
que repartamos el cristalino aliento de la esmeralda,
con la sílaba rápida del rayo,
con el puño armado de plomo,
con el acero indivisible de tu nombre.


Enrique Courau (circa 1943-¿1976?). Poeta nacido en Buenos Aires y desaparecido en la misma ciudad. Integró la revista "Barrilete" que dirigía Roberto Jorge Santoro, y participó de los "Informes" que esta publicación daba a conocer cuando un acontecimiento importante lo ameritaba; así Courau integra con un poema la entrega del "Informe sobre Santo Domingo". También figuran trabajos de su autoría en el libro colectivo "El camino del pueblo". Poeta de impronta duramente sesentista, no fue seducido por los temas fáciles y volátiles. Su única plaqueta editada es: "Al paredón".

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