27.4.07

Rubén Chihade

POR SI ANDÁS POR AHÍ

Quisiera saber cómo se resuelve
Omar,
este sonido de vivir entre la muerte.
Es decir,
dónde abandonar los restos del equipaje,
ese mundo que nos habita como un recuerdo
y esta necesidad de palpitar entre los hombres.

Hoy
mezclo mis ginebras de la tarde,
las palabras, los tanguitos y murmullos de Moira,
aquellas mandarinas que citabas los domingo,
los poemas
del amor, que te invadieron siempre un poco tarde.
Hoy
quisiera tenerte aquí, mi hermano tan lejano,
escucharte desgranar la sangre de tus pasados,
aquellas margaritas que se te prendieron de los ojos
y vivieron, enredándose entre los juncos del río.
Quisiera
decirte que estoy aquí y la tristeza es como entonces,
justamente hoy, donde en algún tiempo dividimos
el pan
el vino,
y los cantos de aquella desesperación.

Omar, quiero pedirte que vuelvas
a esta tarde donde el encuentro es permanente.
Aquí
Omar, donde la vida vuelve a desesperar,
cita los recuerdos los instantes del aire y los poemas,
las noches sigilosas de Marx entre los curdas de la costa,
y sobre todo
hermano, la locura de crecer,
de agrandarse ternura por el tiempo
de las lunas borroneadas de ese río en que te fuiste.

Omar,
me pregunto si sería como ésta la tarde
aquella que abrazaste amándola entre puchos,
después de tapar los agujeritos, encender los carbones,
escribir la carta,
la carta Omar de tu amor a tanta vida...

Quisiera saber cómo se resuelve
hermano,
este sonido de vivir entre la muerte.


Rubén Chihade (1941-2001) Poeta nacido en San Isidro, Buenos Aires. Falleció en la Capital Federal. Fue colaborador de las revistas "Hoy en la cultura", "Mientras" y "La rosa blindada". Codirigió junto al poeta Roberto Díaz la revista "Madrigal". Fue miembro fundado de Poesía 83 en integrante del Grupo de los Siete. Obtuvo mención especial en el Concurso Latinoamericano de Poesía "Pablo Neruda" (1974) y Primer Premio en el Salón de Poema Ilustrado del Ateneo Popular de la Boca (1983) junto con el plástico Marino Santamaría. Fue coordinador de los "Martes de Poesía" que se llevaban a cabo en el café literario "La Poesía", de la Capital Federal. Perteneció a la llamada Generación del 60. A propósito de "Cuerpo de olvido" dijo la poeta María del Carmen Suárez: "Poesía de intensidad, destellos resumiendo el secreto de la mirada, el misterioso organigrama del amor, el desamparo de lo no perdurable". Otros poemarios: "Y ceremonias", "Aseveración del solo" y "Voces y colores de la memoria".

25.4.07

Margarita Belgrano

CUENTO

había una vez su larga adolescencia perdonándome el día
tan miedo arrinconándose en vagones
burlando el arancel de futuras historias consabidas
con sólo la hoja seca o mi peineta perdida por la plaza

usaba las camisas del hermano mayor
perfecto desaliño boca torpe para que yo lo amara de repente
y fuera una tristeza desmadejada tonta probándose la risa

bastaba el garabato en un cuaderno
esa noche santelmo de zaguanes prestados
esos gatos saliendo de la verja como si adivinaran el final

muchacho melancólico venía
venía y se quedaba para siempre

a veces me empinaba sobre un cerco por llegar a su cuello
y qué bien le cabía
qué hogareña su axila mojándome hasta adentro
era una casa grande con malvones robados
aventura en el barrio sin vigías

entonces vino el lobo o mejor dicho el mundo

y razonablemente me queda una guitarra sordomuda
su cepillo de dientes
su corbata olvidada y otros muertos.


Margarita Belgrano (1942) Poeta y escritora nacida en la Capital Federal, donde reside. También escribió canciones y cuentos para niños: "La guainita y el viento", con música de Oscar Matus e interpretada por Celia Birenbaum, fue llevada al disco. Integrante de la Generación del 60. Colaboró en las revistas "Barrilete" y "Hoy en la cultura", entre otras publicaciones . Aún en los temas más intimistas, su poesía los trasciende y es siempre una visión del panorama social donde se desarrollan. Su único poemarios editado: "Amén".

20.4.07

Oscar Sosa Ríos

JUAN DE LOS ANDAMIOS

Te miré desde el balcón
llegar, Juan del Trabajo
al Palacio de las Flores
de aquí de Basavilbaso.

Brillabas
estabas de punta en blanco
tus dientes en tu sonrisa
eran hileras de granos.

Y venías perfumado
a buscar tu compañera
para bailar tu cansancio.

Más tarde te vi salir
con la Juana de la mano
y te ibas alejando
con el domingo en tus brazos.

Desde ese mismo balcón
el lunes de tu trabajo
vi caer tu corazón
desde el penúltimo andamio.


Oscar Sosa Ríos (1934). Poeta nacido en Villa Mercedes, provincia de San Luis, donde vive en la actualidad. Durante muchos años residió en la Capital Federal. Intervino en varias obras conjuntas: "Aquí la primavera" y "Vocación de Buenos Aires" entre otras. Participó en encuentros de poetas en Latinoamérica (Cuba, Puerto Rico, Chile, Bolivia, Ecuador) y en España. Fue fundador de la filial en Villa Mercedes de la Sociedad Argentina de Escritores. Es conductor del programa radial "Arte libre" que se emite desde su ciudad natal. Si bien su poética no rehúsa los climas íntimos y paisajísticos, es en los sociales donde pone más énfasis. Algunos de sus libros de poesías: "Antiguas flores de marzo", "Esta campana tibia", "Al este del hombre", "Homenaje", "Sueño numeroso" y "América rocíos y cenizas".

19.4.07

Lermo Rafael Balbi

HECHOS DE LECHE Y PERLAS AMERICANAS

(a Jorge Tobías Colombo)

Hace siglos que estamos aquí. Que somos nacidos,
que tenemos conciencia de los años
y que luchamos
siempre atentos a la esfera de algún dolor,
apretando el desprecio, ligeros
en la apreciación del rocío de la mañana.
Hace mucho, casi demasiado tiempo que estamos aquí.
Ni más acá, ni más allá,
ni perdidos en el espacio,
ni auscultando la cuarta dimensión,
estamos precisamente amarrados a esta tierra
y decimos: Colón descubrió América el doce de octubre
de mi cuatrocientos noventa y dos
gracias a las joyas de Isabel la Católica
y gracias mil veces, a su santa y venerada fe
y no hemos adelantado un paso desde que fuimos
descubiertos.
Hace siglos que no existimos, o que existimos al revés,
que hacemos versos y tratamos de querernos
tan elegantemente limpios y disimulados
y a veces tan lejanos a todo lo que esté
implícitamente comprendido en el turbio
y oscuro goce de nuestro sexo.

Hablamos de tanta gente que nos ocupó el lugar
y de los muchos sinsabores que pasamos
por culpa de aquella pésima educación
que ellos nos dieron, inocentemente preocupados
hasta el delirio por las noticias de guerra
y el avance de los aliados.
Cuando fuimos adolescentes, como éstos,
adolescentes sin música, sin mar,
sin automóviles ungidos de partidas
y tan lastimados de aquellas promesas de vosotros
que sinceramente, bien conocéis.

Éramos muy alabados por los méritos
de saber tanto de nada, mientras que los soldados
volvían a casa, y los demás que habían sido sus camaradas,
un poco más muertos se quedaban en la tierra
bajo tres millones de cruces bien distribuídas
en la neblina de la mañana.
Pero así no existíamos desde siglos, desde saber
qué pena juzgaba digna para Paolo y Francesca, Dante
mordiendo el fuego del infierno.
Hubo una época de Tiépolo y Botticelli,
lúcida manera antigua de amar a los rituales
fuertes del humanismo. Ostentábamos la calamidad
de aquella guerra, impuestos del algún veneno.

Ellos, los americanos del Norte, descubiertos casi
al mismo tiempo que nosotros, también recuperaron
a sus soldados vivos
y levantaron monumentos a los soldados muertos.
Pero alguien vio en su viaje de verano al monumento
a los caídos, en la penumbra oxidada de la tarde.
Era el nombre de aquellos soldados que el Brasil
también sacrificó y que ahora se dicen así:
Jao Oliveira, 18 años; Juvenal Mosquera,
19 años; Pedro Dorrego, 18 años; Martín Albano, 20 años;
en tanto la humedad de la gruta deja correr
el agua de sus lápidas calladas.

Hace siglos que no existimos, que existimos al revés,
desde cuando comprendimos toda la media muerte
de aquellos amores que masacraban a Gilda o de aquella
canción que nos partía en dos:
pero ya no estás Lily Marlen...
y que cantaba desde la misma cicatriz hórrida
de la guerra con su voz y su cigarrillo de integridad.

Todos fueron capaces de oír los vientos que nos dijeron
para qué no existimos, el viento de julio, la danza de la muerte
al compás de Anitra, las procesiones con mujeres de negro,
la primavera roja, el grito desde los balcones,
el barrilete que mandaba al cielo aquel chico
de quien recordábamos haber tenido
un amor con su hermana con la que habíamos pensado
alguna vez en las varas de espadaña
y en una bicicleta Raleigh.
Hay que desdeñar todo, reírse de todo, acusar la ramplonería,
el vicio de los lugares comunes, el mundo sin talento.
Teníamos que tajar, que cortar, que tirar vísceras al río,
circuncidar con los dientes, hacer tripas con Camus,
leer Las moscas, obtener lustre con Khayyam
volver a los aceites undosos del medioevo, añorar el tango,
morir por la democracia, despedir a los soldados,
aclamar a los premios, no comprender ni siquiera a Bergman,
desexistir de nuevo, paso a paso, descubiertos en mil
cuatrocientos noventa y dos, machucados a cada rato,
hechos de perlas y leche americana, ubicados un poco arriba
y otro poco abajo y escribir América es América,
y América -oh soncera tartajeante- es para los americanos.
Hoy las fatigas, las acciones, los jueces
y los presagios nos velan para no ver nada,
no ver siquiera a la mujer analfabeta que yo sorprendí
esta tarde
frente a una máquina de escribir, poderosa como una elefanta
apoyando sus dedos en el teclado.

Los curiosos de las calles que se pasan la voz al instante
cuando está por romperse el día forajido y la noche última
no nos dejan ver que las moralejas no se ajustan
a una mujer analfabeta, ni a una máquina de escribir,
ni a una máquina que va segura hacia
la oscuridad de los espacios eternales.

¿Existir a qué?, desde cuando no existimos.
Pasa un pájaro. Esta noche se nos sube ya
por la niebla de los ríos. A la madrugada volvemos a casa.
Otra vez.


Lermo Rafael Balbi (1931-1988). Poeta, escritor y dramaturgo nacido en Rafaela, provincia de Santa Fe, donde falleció. Bachiller, fue maestro y profesor de castellano, literatura y latín. Se desempeñó posteriormente como director de Tecnología Educativa de su provincia. Colaboró en revistas y periódicos culturales. Se hizo acreedor a importantes galardones, entre ellos el Premio provincial de la Subsecretaría de Cultura de Santa Fe (1977) y el Premio de la Municipalidad de Rafaela en novela (1985). Dijo de él Enry Milesi: "No creo que Balbi pueda dar la imagen de un escritor cerebral y frío. Si bien su amplia cultura y su dominio de la lengua le imponían un perfeccionismo que le obligaba a una estricta corrección de sus trabajos, [...] los sentimientos que empujan detrás de su estilo se encargan de destruir esta falsa apariencia. Tenía total conciencia de su oficio de escritor estableciendo la diferencia entre los sentimientos, respetables en todo hombre en su condición de tal, y de la exposición de esos sentimientos por quien se siente poeta y consecuentemente tiene la obligación de hacer de ellos, poesía...". Poemarios editados: "El hombre transparente", "La tierra viva", Arauz muerto y celeste" y "Orfeo se reembarca".


17.4.07

Ariel Petrocelli

GUAGUA DEL PAN

Si no me miente la harina
yo tengo un niño de pan.
Llanto de barro y ceniza
cunita para ofrendar.

Gajo que crece en mi tierra
tierra que vuelve a pasar,
yo lo maduro cantando
y él solo aprende a llorar.

Hijo de pan calladito
quiera de pronto llorar,
que cuando llore el de carne
yo lo sabré consolar.

Tengo una manta de trigo
llama y vicuña de sal,
para esperar al que llora
mis entrañas y este chal.

Duerma que llegan las doce
duendes de vino y mantel,
hadas de choclos y quesos,
mariposas de papel.


Ariel Petrocelli (1937-2010). Poeta y músico nacido en la provincia de Salta. Estudió en el Colegio Salesiano y en la Escuela Normal de su provincia. Fue maestro de grado en Cachi. Residió en la Capital Federal. Compositor vinculado por sangre y espíritu al cancionero de raíz folclórica, compuso vidalas, bagualas y zambas, como: "Cuando tenga la tierra", "El seclanteño" y "Zamba del ángel", entre otras muchas. A comienzo de los 60 se encuentra con los hermanos Gerardo y Pepe Núñez y nace "Zafra", en homenaje a los trabajadores de los cañaverales, obra en la que desmitifican aquello del "dulce trabajo del zafrero" o "quiero que tengas un chango para yapar mi jornal" y plantean la dura realidad de esta tarea. Es un poeta de decir directo que construye las imágenes con las vivencias de lo cotidiano.Libros de poesías: la trilogía integrada por "El cancionero del truco", "El cancionero del mate" y "El cancionero del vino", entre otros.

3.4.07

Elda Massoni

SIMPLE MEMORIA

Simple memoria. Lasciva memoria.

Prodigiosa. Sal y sol. Caricia, latigazo, horizonte.
Ya poco cabe entre las manos.
Se han perdido las gargantas umbrías
dueñas de los lagartos
y ahora beben devotamente las bestias
en un plato de sopa.
Qué delirio.
Memoria de fracciones, de olvidos,
de amores, uñas, algarrobos y crisálidas.
Y una lluvia suspendida entre los ojos.

Cómo decir amarilis, abeja, andén.
Como olvidar los rostros de aquellos niños mudos
o la gravidez del verano
o el espacio infinito.
La memoria cuelga de los bolsillos
-ala escindida-
y una sombra de cenefas
apacigua los retornos.

La línea miope de los ojos
concluye en las grandes manchas verdes;
allí conviven arbustos y fugas.
Pero los párpados
-persianas de colihue-
señalan la hora de ponerse de pie
y seguir cavando laberintos.


Elda Massoni (1938-2001). Poeta, escritora y periodista. Nació en Ataliva y falleció en Rafaela, localidades ambas de la provincia de Santa Fe. Colaboró en el diario "La Opinión" y fue directora de la revista de cultura "Sensación". Coordinó talleres literarios. En 1992, su poemario "La llanura tiene dioses" obtuvo el Premio de la Secretaría de Cultura de la Nación; dos años antes, el Movimiento Alicia Moreau de Justo la había distinguido por sus contribuciones en el periodismo y en la literatura. La suya es una poesía límpida, serena, que en una mirada abarcativa sabe fundir el paisaje exterior con el propio interior. Otros libros de poesías: "La piel del siglo", "Los límites de la memoria", "Huellas en el llano".

Reynaldo Uribe

EL CENTROFOWARD MURIO AL AMANECER

Aquellas charlas, amigo, aquellas charlas
están grabadas en las paredes de Nanterre:
"Corre, camarada, el viejo mundo
está detrás de ti".
Y aquí, bajo otros cielos,
aquel mayo de Nanterre yo cumplía los 17
a los que quería volver Violeta.

Aquella charla amigo en que te dije
que el sistema anotaba un tanto en nuestras barbas
que nos quedamos dormidos en defensa
y a pesar de los avances no generamos situaciones de gol:
el sistema está entrenado, nos mató un amanecer al centrofoward
y al abrir los ojos nos entró nostalgia por la lluvia
nostalgia por la lluvia la de ahora es otra lluvia
el vino no es el mismo al sexo le pusieron saxo
extraviándolo de su propia melodía.
Sabés qué pasa mi querido amigo
no quedan tantas pensiones baratas
ni esas prostitutas de Eduardo Dalter que "no esperan a nadie y sueñan"
en la esquina de la Plaza López o en la cuadra del París
ni Federico dice "oye mi sangre rota en los violines".
Preocupa eso sí el agujero del ozono pero nadie
pregunta por el dedo que se mete y escarba
corre camarada se viene el dedo
el viejo mundo debe quedar atrás, a la vuelta de una esquina
a la que faltan el buzón carmín
y un misterioso sobre perfumado que custodie
esa pequeña violeta ansiosa por dormir
eternamente junto al poema 20 de Neruda.

Es otra cosa otro tiempo otro hombre
no se consigue un zapatero bueno
para coser la de cuero
es otro tiempo otra cosa
los arqueros no se calzan la gorra hasta los ojos
las camisetas no vienen con solapas y botones
al hombre
le han cambiado el sueño lo dejaron
temeroso del sida la pasión
temeroso amor deseo silencio
vibración de los sentidos cuando pelvis y pelvis
aturden esa misteriosa desaparición del mundo
el viaje en espiral al infinito.

Aquella charla aquella charla
(cómo cuestan las palabras
cuando se abandona el gesto)
aquella charla de palabras del sistema
y nosotros que pasamos los 17
pero queda sexo para combatir el sida
manos para acariciar el sexo
ojos para mirar las manos otros ojos
para encontrar los ojos mirar a través del vaso
y conspirar.
Nos acosan amigo nos acosan
son muchos nos rodean
nos hacen correr
lejos de los muros de Nanterre
nos alejan cambian la utopía
pedazos de película que la Metro tiró por inservibles
jugar armar un videoclip
hacer cola con una regadera regar
regar con entusiasmo.

Por qué no una regadera sin flor cargada
con agua de cal caminar despacio por los lados
luego prolija medidamente marcar el área penal
la línea del centro el círculo hasta mandarse la joda
dibujar con blanco sobre el pasto
al centrofoward que murió al amanecer
haciendo el amor con la mujer de sus sueños
mujer con un telar que sueña
que al amanecer un centrofoward
destejerá punto por punto
cada rincón oscuro de la luna.

Aquella charla aquella charla
de qué sirve

conspiremos.


Reynaldo Uribe (1951). Poeta y ensayista. Nació en Pergamino, provincia de Buenos Aires; reside en Rosario, provincia de Santa Fe. Fue delegado en su provincia de residencia del PRONDEC (Programa Nacional de Democratización de la Cultura) dependiente de la Presidencia de la Nación, y becario del Fondo Nacional de las Artes para la realización del ensayo: "Hacia una cultura de la democracia". También se desempeñó como director general del Centro Cultural "Bernardino Rivadavia" de la Municipalidad de Rosario. Fue director de las revistas literarias: "Tiempo joven", "Herramienta" y "La nube en pantalones"; actualmente dirige: "Casa tomada" y "Juglaría". Poesía descriptiva, casi tangible, altamente colorida, que deja fluir su pensamiento en libertad, pero sin vaguedades, valiéndose para ello de una expresión muy personal. Publicó entre otros poemarios: "Resistencia", Rito de la ausencia", Casa de vidrio", "Riberas del exilio".

Hugo Padeletti

POEMA 9

No me canto a mí mismo
ni a la enredadera afanosa
que enmudeció en la barba procerosa
del poeta laureado.

Ni canto el esplendor de la leona,
miel o mies, que ondulaba, sigilosa,
pero ahora es duna viajera,
vago espectro de arena vagarosa.

Canto un canto de rana en la sequía,
la cosecha inundada de la hormiga,
la quema de hojas canas
y su crepitar sin mañana.

Así la mariposa, de sus huevos,
hace botella al mar:
el viejo plagio
apuesta por diluvios y naufragios.


Hugo Padeletti (1928). Poeta y artista plástico. Nació en la provincia de Santa Fe; reside en Buenos Aires. En 1980, sus "Poemas 1960-1980" obtuvo el Premio "Boris Vian". En 2003 recibió el Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes. Aída Albarrán escribe acerca del poeta: "La poesía de Padeletti se puede definir con el término de mesura, en el sentido griego, porque cada poema posee la exacta armonía que lo vuelve justo". Otros poemarios: "Apuntamientos en el Ashram" y "Canción de viejo".

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