21.1.09

Enrique Ángel Angelelli

ANOTACIÓN

Estoy pelando la leña
para encontrarle el alma al palo...
y así dibujar mi rostro
en el interior de este palo.

Por eso huyo de la ciudad
donde es difícil encontrarle
el alma a este palo.
Aquí en la quebrada
y en el silencio de los cerros,
cuidado por los cardones,
los pájaros y el diálogo del arroyo
descubro que es fácil
tallar mi rostro
en el alma de este algarrobo
y escuchar en él
la voz del silencio de los cerros.
Para cantarle a mis hermanos,
negros o blancos,
pobre, rico, marginado,
que cada palo de algarrobo
se aprende a amar
cantando, llorando,
tallando, silbando,
sirviendo
sin mirar qué leña tiene el palo.



Enrique Ángel Angelelli (1923-1976). Poeta y religioso nacido en la provincia de Córdoba y asesinado en Punta de los Llanos, provincia de La Rioja. En 1949, ordenado sacerdote, continuó sus estudios en la Pontifica Universidad Gregoriana de Roma, donde obtuvo la licenciatura en Derecho Canónico. De regreso, en 1952, se hizo cargo de la capilla "Cristo Obrero". Fue consagrado obispo en 1961. Tuvo participación activa en muchos conflictos gremiales, por lo que fue duramente resistido en los círculos católicos más reaccionarios de su provincia. En 1968, designado por Pablo VI, asume el obispado de La Rioja. Producido el golpe militar de 1976, denunció las violaciones a los derechos humanos que el nuevo régimen llevaba a cabo; ese mismo año, la camioneta donde viajaba fue embestida y volcada ex profeso por sus perseguidores, los mismos que luego lo sacaron del vehículo y le dieron muerte al costado de la ruta. "La pastoral de Angelelli se caracterizó por estar junto a los trabajadores en sus reclamos, y con los campesinos impulsando su organización. Denunció la usura, la droga, las casas de juego y el manejo de la prostitución en manos de los poderosos de la sociedad riojana", anotó un biógrafo. "Encuentro y mensaje" es el título del libro que recoge sus poesías.

12.1.09

Rodolfo Braceli

TRIPTICO DE LAS MADRES CRUCIALES
(A propósito de un soldado estaqueado en la desguerra de Malvinas)

1.
La cruz del sur

–De espalda, de cara a todo el cielo, aquí estoy:
me han cruxificado en el suelo de la tierra, mamá.
Y tengo frío, tanto frío.
Hambre no me queda, estoy anegado de miedo, mamá.
Qué oscura es la noche, esta noche:
sin lucero sin una estrella sin nada de luna.
Si mañana es como hoy, no me despiertes, mamá.
Y cóseme los párpados.

¿Estás? ¿Estás ahí?
Nada, no me responde tu aliento.
Pobrecita mamá, pronto te dirán madre.
Ay, madre, madre, ¿por qué me has abandonado?

–Hijo, hijito, ya vuelvo. He salido a buscar a la patria.
–No vayas, madre, no vayas: a la patria se la han robado.
–Los ladrones, hijo, ¿quiénes son?
–Son ellos, madre: los que miran el desfile desde el palco.
Los biencomidos los bien abrigados los bien seguros los mal nacidos.
Los que nunca se rozaron con el honor.
Los que eructan el grito sagrado.
Ellos, mamá, los siempre ilesos.

((Al estaqueado, contra la tierra tan crucificado,
ahora el cielo lo mira desde muy arriba. Pero no baja.
Lo escucha, pero no suelta palabra.
Se queda en el cielo, el cielo.
¿Indiferente o estupefacto?
¿Aterrado, acielado?
Dios se tapa la cara se tapa la mirada se tapa el horror.
Diosmío, gime Dios.))

(((Silencio y sur. Y cruz del sur. Y cruz en el sur.
La escandalosa impunidad de la nieve.
Damas y caballeros, aquí no ha pasado nada. Como siempre.)))

–Madre, madre, ¿por qué me has abandonado?
–Hijo, hijito, he salido a buscar a la patria.
–Te dije que no fueras, madre, a la patria se la han robado.
–Encontraré a la patria robada, hijito.
–Vuelve, madre, vuelve…
Pero si mañana es como este 25 de mayo de 1982, no me despiertes.
Y cóseme los párpados.

2.
Las preguntas preguntan

Había una vez una nena, de siete años, que dijo sin pestañear:

–Madre, ¿por qué los pobres somos pobres?
¿por qué tengo hambre?
¿por qué soy feliz sólo cuando me duermo?
Madre, ¿por qué nací?
¿para qué me trajeron?
¿mañana será igual?
Madre, te pregunté si mañana será igual.
¿Por qué callas?
Me voy a dormir.
Madre... si mañana es como hoy
que no amanezca.

–Hija, mañana será otro día.
Y mañana el sol alumbrará por primera vez.
Y mañana no será como hoy, hija,
si este mundo despierta.


3. Plegaria furiosa

Ellas nacieron para semillar semillas.
Nacieron para nacer lo nacido.
Ellas gritan con el alarido y gritan con el silencio.
Pueden desentenderse de hambre y frío y dolor.
Saben, ellas, convertir a la intemperie en abrigo
y en linterna a la desgracia.
Son la luz que atraviesa esa demasiada noche
instaurada por los dueños de la vida y de la muerte.
Ellas se tutean con el milagro
pero no esperan que caiga del cielo.
Una de dos: lo hacen o lo hacen, al milagro.

Si el diablo mete la cola, no importa,
ellas siguen adónde iban.
Si dios no baja, no importa,
ellas llegarán adonde querían.
Ellas van, siempre van,
van cuando van y van cuando están de vuelta.
Ellas van hacia adelante aunque sólo giren:
son la porfiada memoria del círculo.
Son el templo andante
del último resto de locura que le queda al mundo.
Luminosa locura imprescindible
para enfrentar la atroz desbastación de los sensatos.

Saben, vaya si saben, ellas,
cuál fue la mano que alzó la piedra arrojada.
Ellas, al miedo, lo dejaron sin uñas sin dientes sin aliento,
lo destriparon.
Ellas, al miedo,
lo convierten en un furioso pan que les alza la sangre,
que las deja sin miedo.

Pueden, ellas,
mirar la oscuridad sin un temblor,
y mirarlo al sol sin bajarle la mirada
y mirar pueden lo que todavía no le sucedió a la vida
ni le sucedió a la muerte.

Alguna vez tejieron,
alguna vez hicieron arroz con leche,
alguna vez pusieron sus labios en la frente ardida de su criatura,
alguna vez supieron la noticia antes
que en medio de la noche les voltearan la puerta.
Ellas hacen la casa y las cosas de la casa.
Y hacen de comer, como ninguna.
Pero, llegado el caso, dejan todo
y salen.
Salen, ellas, dispuestas a todo:
a encarar la obscena impunidad,
a insultar el falso coraje del crimen asesinador.
Salen, ellas, a vadear el asco del absurdo,
a desandar la muerte hasta las últimas consecuencias.
Salen, ellas, como locas,
hacen abandono de hogar y de aconsejada prudencia y de comodidad
y de miedo cautelar.

Salen, ellas, a darle vuelta los bolsillos a la muerte,
a morder y escupir y blasfemar comodiosmanda
sobre todo lo que sea
distracción y abstinencia y consuelo y borrón y cuenta nueva.
Salen, ellas, a lo que venga, a lo que sea,
a cara descubierta,
a pecho abierto, salen.
Y la lluvia les baja por pómulos hombros pechos vientres piernas.
Y el sol les seca pómulos hombros pechos vientres piernas.
Y tienen, ellas, olor a sí mismas.
Ellas salen, casa afuera,
porque aprendieron que ni el mundo ni la vida
terminan en el umbral del egoísmo.
Salen, ellas, y hacen el otro incesante pan:
panaderas de la memoria,
semilladoras de la memoria,
van regando la tierra arrasada.
Y la tierra se deja preñar
por esas semillas arrojadas sin mirar a quién.
Tienen tratos con la tierra. Entre vientres es la cosa.

Sí, ahí van,
madres abuelas han salido casa afuera;
no las fatiga la fatiga,
no las alcanza la desesperanza,
no las derrumba el insomnio.
Casa afuera, ellas,
hacen lo que tienen que hacer:
no se dan tregua,
no dan respiro.
A la hora de la desgracia y del dolor de los dolores,
ellas, son iguales.
Todas tienen dientes en la voz y uñas en los dientes.
Todas tienen,
ellas,
más distancia en el grito que el mismísimo alarido.

Cierto, muy cierto: entre vientres es la cosa.
Buscan y buscan y buscan.
Guardan paciencia en el meollo de la desesperación.
Y tienen furia en el íntimo ojo del meollo.
Y se dan tiempo para regar las plantas
y darle otra oportunidad a la primavera.

No necesitan brújula, ¡para eso sus corazones!
No necesitan sol, ¡para eso sus corazones!
No necesitan luz ni luna, ¡para eso sus corazones!
No necesitan escudos, ¡para eso sus corazones!
No necesitan armas, ¡para eso sus corazones!

Ellas no necesitan,
para vadear la espesura inclemente de lo imposible,
más que lo que tienen:
esos, sus desatados corazones.
Pobrecitas y colosales, ellas.
Desguarnecidas y huracanadas, ellas.
Impacientes pero con cuánta paciencia, ellas.

Llegado el caso, pueden ladrar
y pueden relinchar y aullar y graznar también,
y pueden voltear la pared y correr de lugar la pirámide,
y pueden perforar la tierra a través de su centro de extremo a extremo,
y pueden hacer hablar a la piedra,
y más todavía:
pueden deletrear el desierto arena por arena
hasta encontrar,
hasta encontrar el rostro de la arenita que buscaban.
Y cuando la encuentran a su arenita dicen hija, hijo,
y nada más dicen,
están abrazándose.

Camino se hace al andar, conciencia se hace al girar.
Ellas, girando hacia adelante,
haciendo ese anillo de fuego
nos enseñan lo que aprendieron en carne propia desgajada:
que la desguerra es un vientre masticador de inocencias en brote,
que a los mapas los carga el diablo,
que la indiferencia es la madre de todos los crímenes,
que la verdad, la tan buscada, no se cansa de esperar
porque, ellas, no se cansan de buscar.

La rueda no fue inventada. La rueda ya estaba.
La rueda era, es, la madre tierra, la tierra madre.
Si es rueda la Vida, rueda por ellas,
por sus corazones con paciencia,
por la ciencia de la paciencia,
por la conciencia de la paciencia.
Porque ellas estaban antes que el viento
y cuando el viento pase seguirán estando.
Las madres que las parió, ellas, tan capaces de todo:
capaces de sembrar el abismo
capaces de zurcir, finito, la herida absurda de la vida.

Ellas atormentadas, alocadas, desgajadas de su gajo,
siempre quieren saber siempre.
Dejan atrás el este el oeste el norte y el sur:
buscan la verdad.
La verdad auí no está.
Aquí no, la verdad.
Pero a ellas no les importa, seguirán buscando
por los siglos de los siglos
porque ellas no quieren que así sea. Amén.

No hay caso con ellas,
y la Vida les abre camino.
No hay caso con ellas,
no se casan de resucitar.
La Vida sabe que conseguirán lo imposible
tarde o temprano. O si no después.
Ellas, si no es hoy, si no es mañana,
conseguirán lo que buscan,
después que el fin del mundo pase.

Sí.
¿Por qué sí?
Porque sí.
¿Por qué ellas?
Porque saben que la vida es demasiado sencilla
y por eso no la entendemos.
Porque cuando ya es tarde para todo
ellas piensan con el instinto.

Porque ¡ya basta de acusar de la pedrada a la piedra!
Porque tienen el optimismo de la memoria.
Porque cuando llegue el momento de rajarle el vientre al Apocalipsis,
–ese momento llegará, llegará–
ellas,
ellas serán las que hagan profundo el tajo.
No les temblará el pulso.
Y después del tajo,
desde muy adentro, le arrancarán una aurora,
al Apocalipsis.

Entonces,
acunarán al nuevo día,
le arrimarán el pezón y le darán de mamar.
Y la Vida no tendrá más remedio que continuar,
¡por ellas, las del vientre!
¡por ellas, esposas de la Vida!

¡por ellas, mujeres de la Vida!


Rodolfo Braceli (1940). Poeta, escritor, dramaturgo, cineasta y periodista nacido en Luján de Cuyo, Mendoza; reside en Buenos Aires. Su primer poemario: "Pautas eneras" (1962), fue prohibido y quemado en Mendoza, por decisión de un gobierno de facto. En 1966 ganó el premio "Pléyade" por su entrevista a García Márquez. Sus reportajes latinoamericanos se publicaron en 23 países y en 9 idiomas. Su seminario "Periodismo y literatura", lo dicta en universidades y escuelas de comunicación. Varios de sus libros fueron traducidos al inglés, francés, italiano y polaco. Escribió para el teatro "Federico García viene a nacer", "Violeta viene a nacer" y "El novio de la memoria". Como cineasta escribió y dirigió el mediometraje: "Nicolino Intocable Locche". Su libro "Y ahora la resucitada de la violenta Violeta" obtuvo el Primer Premio Municipal de Teatro (1990-1991). Otros títulos de su producción: "Don Borges, saque su cuchillo porque…", "De fútbol somos", "Argentinos en la cornisa" y las biografías de Julio Bocca y Mercedes Sosa. "Braceli como escritor está brotado de creación. Inventa a partir del lenguaje y las situaciones. Tiene reflexión y pensamientos propios y originales. Arrolla al lector (posee un extraordinario don de comunicación, emociona sin hacer gestiones para emocionar). Conspira (contra la asfixia). Es un talento", dijo Antonio Di Benedetto. Su poemario incluye: "El último padre" (poema-novela), "La misa humana" (poema-teatro) y "Vincent, te espero desnuda al final del libro" (poema-novela-teatro).

5.1.09

Jorge Money

PROPUESTA

Busca aproximarte a través de la idea y lo entenderás
pero no será con la inteligencia sino con tus manos
debes empezar a palpar la memoria es hora ya
de que aprendas a conocer como los ciegos


Jorge Money (¿1946?-1975). Poeta y periodista nacido y muerto en Buenos Aires. Fue asesinado por la Triple A. Estudió ciencias económicas.Trabajó en el diario "La Opinión" desempeñándose como cronista en el Ministerio de Economía. El poeta Alberto Szpunberg -a quien Money había entregado sus poesías para una lectura- los puso a salvo cuando partió al exilio, llevándoselos con él. Algunas de las piezas poéticas de Money son casi aforísticas, forma que al parecer le basta -y le alcanza plenamente-, para entregar su pensamiento. No dejó libro de poemas impreso.

Eladia Blázquez

CONVENCERNOS

Convencernos que somos capaces,
que tenemos pasta y nos sobra la clase.
Decidirnos en nuestro terreno
y tirarnos a más, nunca a menos

.Convencernos, no ser descreídos
que vence y convence el que esta convencido.
No sentir por lo propio un falso pudor,
aprender de lo nuestro el sabor.

Y ser, al menos una vez, nosotros,
sin ese tinte de un color de otros.
Recuperar la identidad,
plantarnos en los pies
crecer hasta lograr la madurez.
Y ser, al menos una vez, nosotros,
tan nosotros, bien nosotros, como debe ser...

Convencernos un día de veras,
que todo lo bueno no viene de afuera.
Que tenemos estilo y un modo,
que hace falta jugarlo con todo.

Convencernos, con fuerza y coraje
que es tiempo y es hora de usar nuestro traje.
Ser nosotros por siempre, y a fuerza de ser
convencernos y así convencer.

Y ser, al menos una vez, nosotros,
sin ese tinte de un color de otros.
Recuperar la identidad,
plantarnos en los pies
crecer hasta lograr la madurez.
Y ser, al menos una vez, nosotros,
tan nosotros, bien nosotros, como debe ser...

Queremos ser, alguna vez,
en el después nosotros.
Y vos también, y vos también,
y vos también venite con nosotros.
La realidad es, en verdad,
tratar de ser nosotros.
Y vos también, y vos también,
y vos también quedate con nosotros.¡
No con otros, con nosotros, como debe ser!


Eladia Blázquez (1931-2005). Poeta, compositora y cantante nacido en Avellaneda, provincia de Buenos Aires y fallecida en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Sus primeras composiciones datan de los años 60, y son contestatarios a la ola de la primera invasión extranjerizante. En 1968, su balada "No es un juego el amor", ganó el 2do. Festival Buenos Aires de la Canción. Se desempeñó en los talleres de composición y letrística de SADAIC. En1993 se opuso a que el Modin, partido político que lideraba el "carapintada" Aldo Rico hiciera uso de "Honrar la vida" -un de sus más logradas composiciones-, para la campaña electoral; posteriormente en la década del 90, en "Argentina Primer Mundo", denunció la entrega del país llevada a cabo por el menemismo. "Creó un tango canción verdaderamente nuevo, aunque sobre moldes no vanguardistas, con su rara habilidad para combinar notas y palabras. Con una temática nueva y un lenguaje actualizado impactó en un público amplio, no necesariamente tanguero", anota Julio Nudler. Haciendo escuchar su voz a través del tango, no dejó libro editado.

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